Abr 11, 2011Ana CaballeroNoticiasComentarios desactivados en A Cien Millas de Manhattan en Naciones Unidas
Recibo una llamada telefónica de un ser humano que me dice que trabaja en la ONU en una cosa que se llama Panel de Alto Nivel para la Sostenibilidad, que por lo visto es un puesto que está muy bien, que en su familia están muy orgullosos y que, como además la oficina está en Nueva York, luego le queda tiempo libre para ir a la ópera en el Lyncon Center o tomarse un vino en el antiguo mercado de Chelsea. Yo le felicito por el cargo y le agradezco que no me haya llamado a cobro revertido pues, tal y como andan los fondos de la administración actualmente, no resulta extraño que cada vez que te contactan para alguna chapuza te cueste a ti dinero.
Me dice que han tenido conocimiento del proyecto de cría de bisontes, búfalos americanos, en un rancho de Texas cuya experiencia yo relato en uno de los capítulos de mi libro A Cien Millas de Manhattan, ya disponible en librerías y grandes superficies. Me comenta que les ha llamado poderosamente la atención dicha iniciativa y que les gustaría tener un conocimiento en mayor profundidad, si fuera posible. Total que le digo que no faltaba más y quedamos en que me acerco a la gran urbe para poner a disposición del Secretario General mis conocimientos. Me saco billete en el tren, 45 dólares ida y vuelta porque pillo el descuento de viajar fuera de las horas punta, y me presento en Manhattan. Como Julie Andrews en Sonrisas y Lágrimas cuando se plantó delante del palacio del capitán Von Trapp para hacer de babysitter, me adentro yo por el portal de Naciones Unidas. Orgulloso, campal, seguro de mí mismo, hasta que el portero me indica que me he confundido de acceso y que es por la puerta de al lado.
El segundo intento resulta exitoso y subo a la planta treinta y tantos donde, en un salón que nos vendría a todos de miedo para celebrar la Nochevieja, me aguardan para que les haga una explicación en power point de la experiencia del Shape ranch. Como no llevo ordenador, el point lo hago con el dedo y el power consiste en la energía que le propicio a mi exposición para que resulte convincente. Y resulta. El rancho de bisontes tejano queda oficialmente elegido como ejemplo a nivel mundial de cómo se puede realizar una ganadería sostenible. De cómo se pueden obtener beneficios comerciales de la naturaleza sin denigrarla. De cómo se puede aún luchar de un modo razonable contra la hambruna en el mundo sin tener que seguir aumentando la producción de un modo irresponsable. Y ya me quito de en medio. Ya será la comisaria Cristina Narbona la que tenga que dialogar con Hugo Fitzimons, dueño y gestor de la propiedad y con Ted Herrera, el nativo Huichol que le insufló la filosofía que hoy ha hecho posible el milagro. Pero marcho contento de que, A Cien Millas de Manhattan siga proporcionando alegrías insospechadas. La primera fue la concesión de la Medalla al Mérito Civil al maestro de español de Rhinebeck, el pueblo en el que ahora habito y al que no le da la gana de asomar la primavera. La última nevada antes de ayer. ¡Hasta cuando señor esta desdicha! La segunda viene ahora de las manos de Naciones Unidas y la tercera, que está a punto de producirse, ocurrirá en mayo cuando, Marty Decker, protagonista del capítulo de Alaska, viaje conmigo a Sevilla para realizar un enterramiento digno a su padre, que hoy reposa sin lápida en una esquina del cementerio judío. Normalmente los libros, y más aún los de no ficción, se basan en la realidad para contar historias. Aquí vamos al revés. Las historias están sirviendo para crear la realidad. Mucho más divertido ¿no os parece?
Ah, de reembolsar los 45 dólares del trayecto, de momento, la ONU no ha dicho nada.