Alberto Morate es un humano que hace unos días disfrutó en directo del Comedia Pa Tós 5 y hoy nos hemos encontrado con esta crónica que nos ha entusiasmado por lo completa que es y por el cariño que refleja. En nombre de todos los que participaron esa noche te damos las gracias de corazón Alberto.
“En la Fundación Gomaespuma tenemos tres prioridades claras: echar una mano a quienes lo necesitan más que nosotros, intentar que quienes nos ayudan lo pasen bien al mismo tiempo y adelgazar unos kilos de cara al verano”. De esta manera, una mitad del dúo Gomaespuma, Juan Luis Cano, hace la presentación de lo que serán más de dos horas y media de artistas/monologuistas/actores/magos,… haciendo comedia, haciéndonos reír, pasando un buen rato sin necesidad de echar pan a los patos, pero sí contribuyendo con el precio de la entrada a que niños de Nicaragua o de Sri Lanka puedan estudiar, para que puedan cultivar arroz, para que aprendan a subsistir por sí solos, a pensar, a tener una vida más que digna.
Y vive Dios que lo consiguen. Hacernos reír, digo. Empezando por Juan Luis Cano, (Guillermo Fesser, la otra parte de Gomaespuma, no pudo estar por estar en el excusado, quiero decir, estaba excusado por vivir lejos) que hizo una presentación nada amable de cada uno de sus amigos y compañeros, pero tremendamente cariñosa, por lo que fue afectuoso, complaciente, sencillo, solícito, simpático y deferente con todos ellos. Y ellos, en esta ocasión, eran Javi Martín, que nos ató con sus sogas y su desparpajo, Joseba, así sin apellido, cómico, cantante, (aunque no debería poner coma), improvisador junto con el gran actor José Luis García Pérez, que hilaron frases de cine y nos lo hicieron pasar de cine. José Campoy, que, efectivamente hace muy bien el acento andalú y, menos a los alemanes de la sala, nos lo hizo pasar teta. Miky McPhantom, que nos trajo una parte del cine de acción en sensurround a pelo. Xavier Deltell, qué tristeza más divertida, qué traumas más terapéuticos nos contó y Miguel Miguel, el último que fue el primero, y que nos contó que viviendo acojonado también podemos descuajaringarnos. Y por parte del público, a Benito, uno que podríamos haber sido cualquiera de nosotros y que, comedido y sabio, no restó protagonismo a los actantes.
Loable es, por tanto, esta iniciativa que ya lleva, por lo menos, tres ediciones, y que consigue encandilarnos a golpes de risotadas, que nos tersa la piel y nos acompasa el corazón, que nos mantiene la conciencia tranquila y el bienestar físico y mental, y que yo creo que también nos quita la tos, efectos que inciden sobre el sistema inmune y no lo duden, que he leído que la carcajada aumenta la producción de células “asesinas naturales” atacando a células con poco sentido del humor. Y además, por ende, ayudamos a estudiar a niños, ¡pobres incautos!
Lo que no parecen conseguir es que adelgacemos, pues mientras los escuchas, los ves y los acompañas, te estás tomando una cervecita con aperitivo, y eso, la verdad, no ayuda mucho. Ítem más, lo que está claro es que la risa engorda y si quieres adelgazar, tienes que sufrir, y no es el caso.