Llegamos a Managua con las orejas muy abiertas, con los ojos de para en par y mucha loción anti mosquitos en las maletas. Lo único que no hemos tenido que usar ha sido la loción, porque lo que hemos encontrado desde el primer día ha sido tan emocionante que tenemos los sentidos desbordados.
El primer proyecto que visitamos fue el del Mercado Iván Montenegro. Nos recibieron con sonrisas, abrazos y agradecimiento. Escuchamos sus historias, lloramos, nos reímos… Todo a flor de piel. Recorrimos el mercado, hablamos con su gente, nos dimos cuenta de lo dura que es su realidad… Terminamos jugando al fútbol en la plazoleta frente al local. Juan Luis, inconscientemente, se descalzó, porque no podía regatear con chanclas, exponiéndose a morir por la terrible infección que se hubiera provocado de haberse hecho una herida. Nunca suelo alguno ha tenido tal cantidad de mierda acumulada. Mientras tanto Guillermo, ajeno al terrible peligro que corría su compañero, jugaba al Hula-Hop.
Este mismo día la compañía “El Flamenco Vive” de Silvia Marín estrenó su espectáculo en el teatro Rubén Darío ante 1.300 niños. Éxito total. Y por la tarde comenzaron a impartir las clases de baile y de cajón a los niños de los proyectos.